Gestión de riesgos vs no conformidades
Diferencias fundamentales entre riesgos y no conformidades
Para entender por qué estos conceptos se gestionan por separado, es importante aclarar lo que realmente son.
Gestión de riesgos: Se refiere a identificar, evaluar y priorizar riesgos que podrían afectar a una organización, buscando mitigar o prevenir esos eventos futuros. Un riesgo es algo que aún no ha ocurrido, pero podría tener un impacto negativo si lo hace.
Gestión de no conformidades: Por otro lado, se enfoca en los problemas que ya han ocurrido. Una no conformidad es una desviación de un estándar, norma o requisito previamente establecido. Es un hecho consumado que ya está afectando a la calidad de los procesos o productos.
La principal diferencia radica en la temporalidad: los riesgos son potenciales, mientras que las no conformidades ya son una realidad.
Razones para separar la gestión de no conformidades y riesgos
Ahora que tenemos claras las definiciones, ¿por qué gestionarlos por separado?
- Objetivos diferentes: La gestión de riesgos se centra en la prevención, en identificar posibles eventos adversos y mitigarlos antes de que ocurran. En cambio, la gestión de no conformidades busca corregir problemas que ya se han materializado y evitar que vuelvan a suceder.
- Enfoques distintos: El enfoque de la gestión de riesgos es proactivo, se analiza lo que podría suceder. En la gestión de no conformidades, el enfoque es reactivo, actuando sobre lo que ya ha sucedido.
- Procesos específicos en normas ISO: Las normas ISO separan claramente los procesos de gestión de riesgos y no conformidades. Por ejemplo, la ISO 9001 trata las no conformidades dentro de los sistemas de gestión de calidad, mientras que la ISO 31000 se centra en la gestión de riesgos a nivel organizacional.
¿Puede una no conformidad convertirse en un riesgo?
Una pregunta común que surge es si una no conformidad podría convertirse en un riesgo. Y la respuesta es sí, pero con matices.
Imaginemos que una empresa detecta una no conformidad en su cadena de suministro, como un proveedor que no cumple con los estándares de calidad. Si no se aborda rápidamente, este problema podría evolucionar y convertirse en un riesgo más amplio que afecte a la reputación de la empresa o incluso a su viabilidad operativa.
Por ejemplo, si una fábrica detecta que un lote de productos no cumple con los estándares de seguridad, esta no conformidad debe gestionarse inmediatamente. Si no se corrige, podría generar problemas mayores, como el retiro masivo de productos o sanciones regulatorias.
Este es un buen ejemplo de cómo una no conformidad puede generar nuevos riesgos, pero no por ello deben fusionarse ambos conceptos.
Consecuencias de no gestionar adecuadamente las no conformidades
Las consecuencias de no gestionar las no conformidades de forma adecuada pueden ser devastadoras para una organización. Desde la pérdida de clientes hasta sanciones económicas, ignorar o no abordar estos problemas puede tener un impacto significativo.
- Pérdida de reputación: Cuando las no conformidades no se gestionan correctamente, los clientes pierden confianza en la calidad de los productos o servicios, lo que daña la reputación de la empresa.
- Costos operacionales elevados: No abordar una no conformidad puede llevar a gastos adicionales para corregir errores más adelante. Es más costoso solucionar problemas que prevenirlos.
- Impacto en la certificación ISO: Las organizaciones que no gestionan correctamente las no conformidades pueden enfrentarse a auditorías fallidas o incluso a la pérdida de certificaciones ISO, lo que afectaría su credibilidad en el mercado.
- Riesgos legales y regulatorios: Ignorar una no conformidad, sobre todo en sectores regulados, podría desencadenar sanciones, multas o demandas legales.
La gestión de riesgos y la gestión de no conformidades son dos procesos complementarios pero distintos dentro de una organización. Mientras que los riesgos buscan anticiparse a eventos futuros, las no conformidades abordan problemas actuales. Mantenerlos separados en la gestión permite a las organizaciones ser más eficaces, tanto en la prevención como en la corrección de problemas.
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