Cada día, millones de transferencias electrónicas se procesan en México en cuestión de segundos. Pero detrás de esa agilidad hay una estructura normativa robusta, diseñada para proteger la integridad del sistema financiero nacional.
Dos pilares sostienen esa infraestructura: el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) y el Sistema de Pagos Interbancarios en Dólares (SPID), ambos regulados y operados por el Banco de México (Banxico).
En los últimos años, Banxico ha fortalecido su marco regulatorio, exigiendo mayor rigor operativo, trazabilidad y ciberseguridad a las instituciones participantes. Este artículo resume los elementos esenciales del cumplimiento normativo para SPEI y SPID, y por qué representan un punto crítico en la gestión de riesgos tecnológicos y financieros de cualquier institución.
El SPEI es la infraestructura central que permite las transferencias inmediatas en pesos entre bancos, fintechs y otras entidades financieras.
Desde su creación, su papel ha evolucionado de ser un sistema de alto valor a convertirse en el motor de los pagos cotidianos —incluyendo plataformas como CoDi y DiMo, que fomentan la inclusión financiera.
Por su parte, el SPID opera de manera paralela, procesando transferencias en dólares estadounidenses entre personas morales con domicilio en México.
Su enfoque es más restringido y especializado, con controles reforzados de prevención de lavado de dinero y financiamiento al terrorismo (PLD/CFT), trazabilidad de transacciones y verificación exhaustiva de clientes y beneficiarios.
En conjunto, ambos sistemas garantizan que el flujo financiero nacional —en pesos y en dólares— sea eficiente, transparente y seguro.
Banxico no solo administra estos sistemas: los regula, supervisa y sanciona.
Las normas principales que rigen su operación son:
Ambos marcos están alineados con estándares internacionales como los Principios para las Infraestructuras del Mercado Financiero (PIMF) y los marcos de ciberseguridad del NIST y la ISO.
Esta alineación garantiza que México mantenga un nivel de seguridad equiparable a los sistemas financieros más avanzados del mundo.
En la práctica, esto implica que cualquier participante en SPEI o SPID —ya sea banco, SOFIPO, fintech o institución de crédito— debe demostrar que su infraestructura tecnológica, sus controles de seguridad y su gestión de riesgos cumplen con las disposiciones emitidas por Banxico.
En el marco regulatorio reciente, la ciberseguridad se ha convertido en el eje central del cumplimiento.
Banxico introdujo definiciones técnicas y requisitos más precisos para los participantes, entre ellos:
Estas exigencias buscan blindar la operación del sistema ante ciberataques, fraudes o interrupciones.
Como lo señala Banxico, la resiliencia operativa es ahora tan importante como la estabilidad financiera.
Una de las incorporaciones más relevantes en la regulación del SPEI y SPID es la figura del Oficial de Seguridad de la Información (OSI).
Este rol, obligatorio para todas las instituciones participantes, trasciende la función técnica: es una posición estratégica con responsabilidad directa ante los comités de riesgo y auditoría.
Entre sus funciones destacan:
Con ello, Banxico eleva el nivel de rendición de cuentas, trasladando la responsabilidad de la ciberseguridad al más alto nivel de gobernanza corporativa.
Para los comités y juntas directivas, esto implica integrar la ciberseguridad como un tema de agenda recurrente, no como un asunto exclusivamente técnico.
Banxico exige que el OSI asuma un rol estratégico: la ciberseguridad ya no es solo técnica, es parte del gobierno corporativo.
El cumplimiento en SPEI y SPID no se limita a controles tecnológicos. Involucra una gestión integral del riesgo operativo, tecnológico y reputacional.
Las instituciones deben:
El incumplimiento puede derivar en planes de cumplimiento forzoso, sanciones económicas o incluso la suspensión del acceso al sistema.
Por eso, los comités de riesgo y cumplimiento deben priorizar la supervisión del marco SPEI y SPID como un componente clave de su estrategia de gobernanza.
La expansión de los pagos digitales y la participación de fintechs han impulsado una mayor democratización del sistema financiero.
Sin embargo, también amplían la superficie de exposición a riesgos operativos y cibernéticos.
Banxico ha respondido con medidas innovadoras:
Este enfoque progresivo evita disrupciones y facilita que las instituciones adapten su infraestructura de manera ordenada, reduciendo el riesgo sistémico.
El marco regulatorio del SPEI y SPID es una garantía de confianza en la economía digital mexicana.
Cada circular, requisito y auditoría busca proteger la integridad del sistema financiero, fortalecer la ciberresiliencia y asegurar la continuidad de los pagos que sostienen la vida económica del país.
Para los comités y alta dirección, el cumplimiento no debe verse como una carga, sino como una inversión en reputación, estabilidad y competitividad.
El cumplimiento efectivo con el marco SPEI y SPID exige una gestión coordinada de riesgos tecnológicos, operativos y regulatorios.
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