Escuela de Gestión de Riesgos

Cómo manejar los cisnes negros para proteger tu negocio

Escrito por Escuela de Gestión de Riesgos | 28 de mayo de 2025

En esta sesión Juan David Parra, experto en gestión de riesgos, nos enseña qué es un cisne negro, ejemplos en riesgos operacionales, por qué son relevantes y cómo prepararse ante eventos inesperados en tu organización.

¿Qué es un Cisne Negro?

Un cisne negro es un evento altamente improbable pero de gran impacto, que:

  • Es impredecible: No puede anticiparse con certeza antes de que ocurra.

  • Tiene consecuencias significativas: Genera efectos disruptivos o catastróficos.

  • Se racionaliza retrospectivamente: Después de suceder, se tiende a explicar como si hubiera sido predecible.

Ejemplos en Riesgos Operacionales

  • Ciberataques masivos: En 2024, el costo promedio global de una brecha de datos alcanzó los $4.88 millones, un aumento del 10% respecto al año anterior.

  • Quiebra súbita de proveedores clave: El 63% de las empresas están adaptando sus cadenas de suministro para gestionar disrupciones, y el 93% de los líderes en cadenas de suministro están adoptando un enfoque de transformación holística.

  • Errores humanos en procesos críticos: Un simple error en un sistema financiero puede desencadenar pérdidas millonarias y dañar la reputación de la empresa.

  • Pandemias globales: Durante la pandemia de COVID-19, el trabajo remoto en América Latina aumentó del 3% al 30% en tres años.

¿Por qué son relevantes?

  • Desafían los planes tradicionales: No pueden gestionarse con estrategias convencionales de continuidad o mitigación.

  • Exigen resiliencia organizacional: La capacidad de adaptarse y recuperarse es crucial.

  • Requieren culturas adaptativas: Es fundamental tener planes de contingencia flexibles y una cultura organizacional que responda rápidamente al cambio.

"El 75% de las organizaciones que no contaban con un enfoque resiliente durante la pandemia tardaron el doble de tiempo en estabilizarse" – Deloitte, 2021

¿Cómo Prepararse?

  • Fomentar una cultura proactiva de gestión de riesgos: Capacitar a los equipos para pensar en términos de incertidumbre y vulnerabilidad.

  • Desarrollar escenarios extremos y simulaciones: Practicar respuestas a eventos hipotéticos improbables ayuda a crear agilidad organizacional.

  • Construir sistemas redundantes y resilientes: Duplicar capacidades críticas, descentralizar funciones clave y reducir dependencias únicas.

  • Estar atentos a señales débiles o anomalías: Fomentar la vigilancia continua y la identificación de patrones inusuales que podrían anticipar disrupciones.

"Las organizaciones que invierten en resiliencia logran recuperarse 2,5 veces más rápido que aquellas que no lo hacen" – McKinsey & Company.


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